Proyecto: Casa Daniel Bernal
Cliente: Daniel Bernal
Arquitecto: José Eduardo Quezada Peñafiel
Equipo: Jose Quezada, Gabriel Cordoba
Año : 2025
Superficie: 120 m2

Enero 2025 La Calera, Valparaiso.
Ubicada en un entorno semidesértico del interior de Valparaíso, esta vivienda de 120 m² responde a la solicitud de una pareja joven que buscaba un hogar introspectivo, funcional y de bajo mantenimiento. El encargo requería privacidad, control solar pasivo y una fuerte conexión con el paisaje árido del entorno.
La casa se organiza como un conjunto de volúmenes mínimos, dispuestos en torno a patios y vacíos cuidadosamente orientados. En lugar de construir un bloque compacto, se optó por fragmentar el programa en piezas independientes, generando entre ellas espacios intermedios de descanso, contemplación y sombra. Este gesto no solo permite una ventilación cruzada natural, sino que promueve una arquitectura que respira y dialoga con el clima seco y soleado de la zona.
Cada volumen presenta una envolvente monolítica de muros blancos estucados, contrastados por planos de madera y concreto expuesto. El acceso se resuelve a través de un recorrido lateral, flanqueado por un muro ciego de hormigón que enfatiza el carácter resguardado de la casa. Desde el exterior, la vivienda se percibe hermética; sin embargo, al ingresar, se revela una secuencia de patios con vegetación nativa y zonas de estar abiertas hacia la luz y el cielo.
La vivienda se estructura a partir de una secuencia de llenos y vacíos: los recintos habitables se intercalan con patios que actúan como pulmones térmicos y visuales. Esta estrategia permite que cada espacio cuente con iluminación y ventilación natural, sin comprometer la privacidad. La geometría ortogonal y precisa de los volúmenes refuerza una estética austera pero cálida, en donde el silencio y la sombra adquieren protagonismo.
La casa plantea una respuesta contenida y esencial al lugar. Su arquitectura no busca imponerse al paisaje, sino convivir con él desde la sobriedad y el control. Es una vivienda de interiores serenos y exteriores ásperos, de gestos mínimos pero profundamente pensados. Un ejercicio de síntesis material y espacial que revela cómo la arquitectura puede ser al mismo tiempo refugio y paisaje.